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Amanece el 27 de enero de 1975 y el país se prepara para celebrar el aniversario 122 del natalicio de Martí. Arcel va como cada mañana dispuesto a dar lo mejor en el corte. Decide que su aporte de esta jornada tiene que ser superior, que no hay mejor manera de honrar que siendo útil. A las once de la mañana inicia la faena, 24 horas más tarde suman 123 mil arrobas y 36 horas después, 127 mil, para imponer una marca histórica que permanece incólume hasta hoy.

Urbano Batista tenía apenas doce años cuando salió de su casa en Cacocum, dispuesto a unirse al plan de formación de maestros creado por Fidel en 1966. Se internó en la Sierra Maestra como pocos años antes lo habían hecho los barbudos, decidido también a combatir, solo que, contra un enemigo diferente, aunque igualmente peligroso: la ignorancia. Lo impulsaba la efervescencia patriótica del momento, pero también el deseo de contribuir a librar al país del analfabetismo, porque vivía en un lugar desprovisto de instituciones escolares y alcanzaba a comprender, a pesar de su corta edad, el daño que la falta de educación les hace a los pueblos.

Ronel González es un “poeta moderno” sin dejarse arrastrar por la corriente literaria. Lee sus versos en un teléfono inteligente y lleva un diario privadamente público en su página en Facebook. Ahí conviven una peculiar antología de su obra, promociones literarias, consejos para pasar una variante “más suave” del dengue y las más íntimas confesiones. Su foto de portada tiene 67 veces compartidas y revela que es de un pueblo de cuyo nombre sí quiere acordarse: Cacocum.